Feminismo sin género

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El feminismo no tiene género, ni siquiera gramatical. Por eso podemos afirmar que se necesitan feministas y afirmarlo conscientes que, en la necesidad, incluimos mujeres y hombres. Porqué al final (y al principio) solo conseguiremos  una sociedad igualitaria si los hombres se dan cuenta de que también son esclavos del patriarcado.
Son, en diferente medida y con diferentes consecuencias, víctimas del machismo imperante, el machismo que se cuela en los subconscientes, que está presente en todos los rincones de nuestra vida, que se hace evidente en el reparto de roles de hombre y mujeres, de niñas y niños, el machismo que se impone en la brecha laboral, el patriarcado que niega la participación de las mujeres en la vida pública, política y empresarial, el que niega la participación de los hombres en la vida familiar, la crianza de la criaturas, el cuidado de nuestros mayores, los esquemas patriarcales que marcan que tiene que hacer cada una y quien ha de ser cada uno, el machismo que impregna  todos los aspectos de una sociedad que vive convencida de que la emancipación de la mujer conseguida hasta ahora y su incorporación al mercado laboral es la meta del feminismo.

Imatge de DodgertonSkillhause a Morguefile

Imagen de DodgertonSkillhause en Morguefile


Es tal el peso invisible del patriarcado en nuestra sociedad que señalamos con escándalo los machismos de otras culturas mientras que asistimos a un terrorismo que todavía nos resistimos a identificar como tal. No es solo un lacra, como si fuera una mancha que no sale por mucho que frotemos. Es terrorismo machista y existe porqué vivimos en una sociedad machista. Hasta que no nos demos cuenta de que es el patriarcado lo que hemos de superar para vivir unas relaciones igualitarias, no dejaremos atrás una violencia que responde  a unos esquemas mentales  y a unos roles de genero marcados a fuego en el subconsciente de mujeres y hombres.
Lamentamos día si y día también la muerte la muerte de mujeres a manos de hombres que ejercen con violencia su rol de dominadores.
Lamentamos cuando encendemos la televisión, el trato de objetos sexuales que se otorga a las mujeres en infinidad de anuncios.
Lamentamos cada vez que cae en nuestras manos un catálogo de juguetes, que haya páginas en rosa y azul.
Lamentamos los datos del paro y de la precariedad laboral que tienen nombre de mujer y que condena, en un aspecto más de la vida, a las mujeres al papel de sumisas.
Lamentamos que los liderazgos políticos, empresariales, sociales, los asuman más hombres que mujeres y también lamentamos el machismo que traspasa la misma idea actual de liderazgo.
Lamentamos que no esté reconocido como tejido productivo el trabajo de las amas de casa. Lamentamos que muchas mujeres se sientan culpables cuando se ven obligadas a escoger entre ser madres o trabajar fuera de casa.
Pero también lamentamos que se aparte sistemáticamente a los hombres de la vida familiar por un sistema laboral que deja de lado el desarrollo humano de todas y cada una de las personas que forman parte de esta sociedad.
El sistema económico también es patriarcal y nos esclaviza a mujeres y hombres. Y podemos cambiarlo. La herramienta es la educación, la mirada crítica, la tolerancia hacia todas las formas de ser hombre y de ser mujer, el respeto entre iguales, la cooperación para superar los roles de dominación/sumisión que nos limitan.
Y es que quizás las cosas comiencen a cambiar cuando nos demos cuenta de que la lucha debe ser conjunta. Porque hombres y mujeres somos diferentes pero queremos la misma dignidad. Y tenemos que reivindicar la igualdad y la dignidad como personas, como seres humanos.
Por eso, insistimos, subrayamos: se necesitan feministas.

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