El IBI de la Horta: Montoro hace el pan y Ros reparte hostias

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En el último pleno, el Comú de Lleida votó No a la bonificación del 80% del IBI a las construcciones agrarias afectadas por la catastrada del Montoro. Un No que es un Sí a otras medidas que ayudarían mucho más a la agricultura de Lleida afrontar una regularización de valores catastrales injusta.
La finca de Marta estaba valorada en 47.200 € y pagaba un IBI de 399 € / año. Tras la catastrada del Montoro, la era que cimentaron para poder maniobrar mejor pasa a valorarse como si fuera un patio urbano, la cubierta de los trastos se valora como si fuera una instalación industrial y la balsa de riego como una enorme piscina. Resultado, la finca pasa a valorarse en 940.000 €, y el IBI llega hasta los 7.990 €. Está preparando los papeles para solicitar una revisión de la valoración y para acogerse a la bonificación, aunque no tiene claro si podrá justificar que todo es imprescindible para la explotación agraria. Si todo va bien, con la bonificación, «sólo» tendrá que pagar un IBI que cuadruplica el del año pasado, 1.917 €.
Peor suerte tendrá el matrimonio Puig, jubilados que dejaron de trabajar la tierra hace siete años y que por lo tanto no pueden acreditar explotación agraria para acogerse a la bonificación municipal. Antes, con la pensión como único ingreso, ya les costaba pagar los 653 € de IBI rústico, pero ahora los subirá hasta los 4.527 € por el terreno y las construcciones rústicas, además de los 500 € de IBI urbano que ya pagan por la torre en la que  viven.
Son sólo dos ejemplos de los efectos de dos decisiones políticas, del PP en Madrid, y del PSC en Lleida, que buscan nuevas vías de ingreso para las arcas públicas, en este caso a costa del campesinado.

Valoraciones injustas del Montoro, bonificaciones insuficientes de Ros
La catastrada del Montoro es el primer paso: ordena una revisión de los valores catastrales, que en el caso de las construcciones rústicas calculan con los coeficientes y métodos aplicados a las construcciones urbanas o industriales, ya que no se ha dado el paso previo necesario de fijar un método de valoración específico para bienes rústicos. Lo que resulta en unos incrementos injustos y arbitrarios de los valores catastrales de las construcciones rústicas.
El segundo paso corresponde al ayuntamiento, que es los que decide sobre el IBI. Y nuestro ayuntamiento ha decidido aplicar la catastrada, es decir, aceptar estas valoraciones injustas, y compensarla en parte con una bonificación del 80% en el IBI, siempre que las construcciones sean imprescindibles para la explotación agrícola.
«Menos mal!» «¿Qué bien que el ayuntamiento, con todos los votos menos el del Comú, ha aprobado esta bonificación!», Puede pensar alguien. Por lo menos antes de ponerse a hacer números y leer la letra pequeña. Porque calculadora en mano, ya hemos visto que el IBI de Marta o los Puig se multiplicará por tres o cuatro si consiguen justificar que las construcciones son para uso agrícola, o por siete, o más, si no lo consiguen. Además, deberán iniciar un proceso para alegar que el valor catastral no es lo que el señor Montoro dice que es. Y los funcionarios municipales deberán dedicar horas y esfuerzos a revisar las valoraciones, las solicitudes de bonificación y el uso real de las construcciones.
Ante esto, el Comú de Lleida votó que no a la bonificación propuesta por el equipo de gobierno en el último pleno. No porque no queramos que se bonifique campesinado, sino que porque sabemos que esta bonificación es insuficiente y administrativamente complicada. Y porque sabemos que hay otras medidas que sí ayudarían en mayor medida a nuestra agricultura.
Otras soluciones para el IBI de la Horta
Una posibilidad es establecer una moratoria en la revisión de los valores catastrales, que según la ley puede ser de hasta tres años. Un tiempo suficiente para que a nivel estatal se recurra por inconstitucional la catastrada del Montoro (hay antecedentes en esta línea) y se desarrollen los criterios técnicos adecuados para ajustar las valoraciones catastrales del patrimonio rústico (para que no valore con el mismo criterio una balsa de riego que una piscina, por ejemplo). Otra posibilidad es ir a la máxima bonificación del IBI que permite la ley, un 95%, frente al 80% aprobado -o el 50% que defendía inicialmente la concejala Montse Mínguez. La respuesta a nuestra propuesta, sin embargo, fue que «el ayuntamiento no está de rebajas», y que no se quería bonificar tanto.
El equipo de gobierno, esta vez con la complicidad no sólo de Ciudadanos y PP, sino también de CiU, ERC y Crida CUP, ha rechazado estas propuestas y ha preferido aprovechar que el Montoro pasaba por aquí para garantizarse un incremento de recaudación que compense la bajada del IBI urbano a costa del campesinado (mientras duermen también los cajones propuestas que presentamos para compensar esta rebaja del IBI urbano, que nosotros también queríamos, con incrementos grandes propietarios urbanos y las grandes empresas suministradoras que utilizan el espacio público para su negocio privado).
No es la primera vez que el ayuntamiento trata la horta como despensa de ingresos vía IBI, mientras avanzan a paso de tortuga las medidas para dar vida a la despensa agrícola, ganadero y paisajístico que es nuestra Horta de Lleida.
Comú de Lleida
 

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