Salvador Rueda, presidente de la fundación Ecología Urbana y Territorial del Ayuntamiento de Barcelona, ha pedido evitar pensar que las ciudades saludables deben ser más dispersas y defendió seguir apostando por el modelo de ciudades compactas, mucho más sostenibles en medio de la emergencia climática. Según su modelo, lo necesario para hacer más saludables las ciudades es recuperar espacio que ocupan los coches mediante las supermanzanas, que liberan el espacio interior para los peatones y los usos ciudadanos, ganando espacios verdes y confinando a los coches en determinadas calles. Rueda ha propuesto para Lleida un modelo similar al de Vitoria, que ya está trabajando en estas supermanzanas, como hacen Madrid y Barcelona.
Por su parte, Cristina Castells, directora de Energía y Calidad Ambiental del área de Medio Ambiente de Barcelona, ha planteado un cambio de modelo energético hacia uno «más renovable, limpio y democrático» desde las ciudades. Lleida, ha explicado, debe aprovechar el sol como fuente limpia plenamente al alcance, promover el autoconsumo y un uso racional y eficiente de la energía, al tiempo que se garantizan los suministros básicos para todos. «No lograremos cambiar este modelo si no conseguimos interpelar y apoderarse a la ciudadanía. Lleida tiene gran potencial para hacer esto, porque tiene recursos, terreno y una ciudadanía que puede estar preparada para hacerlo», ha señalado.
El análisis del ámbito de los espacios verdes ha ido a cargo de Marga Parés, jefe del programa de biodiversidad del Ayuntamiento de Barcelona, quien ha destacado que «durante el confinamiento, las personas sólo se han sentido seguros en su casa y en la naturaleza». Parés ha defendido la necesidad de hacer un cambio en la gestión del verde hacia la naturalización por la importancia de la conexión humana con la naturaleza, implantando una concepción ecológica de la gestión del verde, que clasifica los diferentes espacios verdes para gestionarlos de forma adecuada. Esto supone, explicó, una transformación radical, ya que incorporan espacios que no formaban parte de la gestión jardinera como herbazales, alcorques y balsas naturalizadas, por ejemplo.
La socióloga Amaranta Herrero, ha hablado de consumo agroalimentario y de cómo la crisis de la Covid19 ha puesto sobre la mesa la importancia de conseguir sociedades más resilientes y de dejar de depender de la agricultura y ganadería intensiva y de sus cadenas de suministro globales, que tienen un fuerte impacto en emisiones contaminantes. «Las ciudades rodeadas de huertas periurbanas, como Lleida, son elementos importantísimos para construir esta resiliencia, la capacidad de tener respuestas rápidas a riesgos globales sanitarios y climáticos. La Huerta es la despensa más inmediata y cercana de la ciudad, fuente de alimentos saludables, planteó. Herrero ha defendido una apuesta de futuro para la producción de proximidad y ecológica, que se puede impulsar desde la administración con la compra pública alimentaria, tareas de sensibilización y formación, los programas de ayuda a la pobreza alimentaria y fomentando la comercialización local en mercados, escuelas y restaurantes.
Antoni Trilla, jefe de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínico de Barcelona y uno de los mayores expertos del Estado en esta especialidad, ha destacado la importancia de abordar una buena gestión sanitaria desde las ciudades. «La pandemia nos enseña que una relación estrecha del sistema y los servicios sanitarios con los municipios es muy importante. La afectación de la pandemia no se da sólo en los enfermos, ha afectado la vida de muchas personas, que han requerido apoyo del tejido asociativo», ha señalado. Por este motivo, Trilla defiende que «hay una red de apoyo para que la gente que lo necesita pueda tener una ayuda» y que en el diseño de ciudades más amables hay que tener en cuenta cuestiones como la movilidad, el transporte, los espacios de ocio, y los accesos a lugares concurridos. «La salud debe estar incluida en todas las políticas y a nivel municipal», concluyó.
