Nunca he sido bueno en comenzar textos de cualquier índole. Si en algún espacio social he tenido que hacer una presentación de mí, siempre he dicho y diré lo mismo -es lo que pienso- «Soy del Mundo, mi raza, especie, es la humana y también la nota discordante o estridente que toda melodía tiene o necesita». Puestos ya, y habiendo comenzado, voy a intentar plasmar unas reflexiones.
La sociedad en la que vivo me transmite sus inquietudes y miedos, también la desconfianza e ilusión en sus sueños. Los grupos organizados y personas sensibilizadas, solemos atraernos y por consiguiente unirnos -de vez en cuando- en objetivos muy concretos y a su vez, en aspectos de interés y amplitud delicadamente general. La mayoría de veces, toda lucha es centralizada en la máxima institución. Tenemos el ejemplo de Marea Blanca como espacio unificador entre profesionales y pacientes; también personas que forman parte de partidos políticos o sindicatos. Solemos centrar la mirada y fuerzas en los recortes del personal sanitario; de los muchos cierres de plantas enteras de los hospitales públicos (y, con ello, el despido de muchísimos profesionales sanitarios); nos esforzamos en defender y denunciar las privatizaciones y externalizaciones de los servicios públicos; la vergüenza de ver aumentar las listas de espera y la explotación de los y las currantas sanitarias por falta de recursos, y un largo etc. Sí, nuestra lucha es la defensa de una sanidad pública universal de calidad y obviamente gratuita. Pero, ¿Saben cuál es la mayor y peor pandemia actual?
La pobreza
Ahora que estamos entendiendo y aceptando la realidad deficitaria del sistema sanitario (debido a las privatizaciones y externalizaciones), aplaudimos a quienes la defendieron y seguimos defendiéndola. Ahora las vecinas y vecinos comprenden la necesidad de tener una sanidad pública universal y de calidad. Todas somos conscientes de las megaestructuras construidas con el fin de formar parte del sistema sanitario, pero al final privatizado o externalizado. Todas sabemos que los hospitales existen y son reales, pero todas obviamos la raíz del problema. Si no resolvemos y solucionamos la desigualdad (la miseria y la pobreza) establecida por aquellos que piensan -por ejemplo- que las personas mayores son un estorbo y un gasto inútil, estaremos destinados a la pérdida de nuestros seres queridos más vulnerables.
Desde mi humilde opinión y reflexión, el mecanismo y solución al problema central se llama Renta Básica Universal, incondicional e individual. Es más, pienso y considero que será la lucha que unificará al pueblo, y ahora mismo, debe ser la herramienta unificadora de las luchas ya organizadas. Como activista, en este caso, de los movimientos y colectivos en defensa de la sanidad, reconozco que solemos centrar las fuerzas en puntos concretos y nos volcamos al máximo en ello, pero a su vez, obviamos aspectos relevantes e importantes que también influyen en la lucha.
Marea Blanca, la PAH, Mariola en Moviment, Marea Básica y tantos otros, tenemos la responsabilidad de arrimar el hombro, unificar espacios e intercambiar experiencias. Es posible pensar de mil maneras, pero las mentes han de estar constantemente abiertas y receptivas. La proximidad comunitaria y la sensibilización popular diaria está transformando al pueblo. Sí. Es el síntoma a la reciprocidad y empatía. La Renta Básica Universal incondicional e individual es una herramienta creadora de enlaces y vínculos comunitarios.
Es incuestionable la emergencia dada por la situación que estamos afrontando todas con el coronavirus. Nadie puede poner en tela de juicio que la pandemia actual todavía no ha terminado. Hay que englobar la pobreza desde una perspectiva de salud social y la inmediatez para su solución pasa por la Renta Básica Universal individual e incondicional. Siendo conscientes de la realidad actual, es imprescindible dirigirse y caminar por ese sendero.
David Salcedo, miembro del Comú de Lleida y activista a Mariola en Moviment y Marea Bàsica de Catalunya